El Gobierno de México, junto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Centro Nobel de la Paz, hace un llamado a la acción y al impacto al desarrollar una Agricultura para la Paz que contribuya a superar los principales retos del desarrollo humano en el complejo entorno económico y social de un sistema internacional bajo presión por factores como el conflicto, la migración forzada y el cambio climático.
Desde hace décadas, México conoce la estrecha relación que existe entre la agricultura y la paz y, a su vez, es reconocido por sus contribuciones históricas a la seguridad alimentaria global y, por ende, a la estabilidad de muchos países y regiones, comentó Víctor Villalobos, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Afirmó que México tiene la convicción de que la agricultura es el camino más cierto para construir una paz duradera en el mundo y, su intrincada relación con los fenómenos migratorios de la población vulnerable, por lo que esta actividad es fundamental para erradicar el hambre y la pobreza a nivel mundial.
En este esfuerzo global, habrá que apoyarnos en la ciencia, la innovación y la tecnología para construir sistemas alimentarios más justos, productivos, sostenibles y rentables, como en los trabajos de colaboración con el CIMMYT para desarrollar y mejorar las prácticas, tecnologías y capacidades de los productores de granos básicos, refirió.
Comentó que “vemos al CIMMYT como nuestro brazo ejecutor para generar el impacto en campo en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos y nuestros programas de investigación nacionales como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Colegio de Posgraduados (Colpos), entre otros”.
México fue pionero en establecer mecanismos de cooperación internacional con otros gobiernos, como el de Estados Unidos, y con la iniciativa privada, como la Fundación Rockefeller, para combatir la pobreza rural y desarrollar sistemas agroalimentarios capaces de alimentar a una población mundial creciente.
Como resultado, México logró ser autosuficiente en la producción de granos básicos, momento crucial en la historia del siglo XX que permitió incrementar la productividad agrícola mediante el desarrollo de cultivos mejorados para incrementar su potencial de rendimiento y de sistemas agrícolas más eficientes e intensivos.
Desde 1966, México es anfitrión del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), organismo internacional de investigación para el desarrollo agrícola sostenible sin fines de lucro con sede en Texcoco, Estado de México, donde se impulsa el desarrollo de las semillas y sistemas productivos.
El investigador más ilustre y reconocido de CIMMYT fue el Dr. Norman Borlaug, originario de Iowa, Estados Unidos, quien recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970 por desarrollar nuevas variedades de trigo de alto rendimiento junto con productores e investigadores mexicanos y por hacerlas accesibles a agricultores de todo el mundo, principalmente en el sureste asiático.
“Norman Borlaug es recordado como el hombre que salvó más de mil millones de vida del hambre y como el padre de una transformación agrícola que ha promovido la paz y la estabilidad en todo el mundo, incluido México”, señaló Martin Kropff, director general de CIMMYT.
Recientemente, el Gobierno de México, el Centro Nobel de la Paz y el CIMMYT conmemoraron el legado de Norman Borlaug para celebrar el Día Internacional de la Paz, jornada establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1981 para cesar por 24 horas todo tipo de hostilidades y fortalecer los ideales de la paz, incluyendo el objetivo “hambre cero” del desarrollo sostenible.
“Hoy necesitamos escuchar la crisis, construir una respuesta transformadora y desarrollar una respuesta de la mano de organismos e instituciones que unidos, podamos crear, diseñar e implementar estrategias integradas para construir sistemas agroalimentarios saludables, resilientes y sostenibles”, aseguró el Dr. Bram Govaerts, quien considera que “esta coyuntura mundial que vivimos es una oportunidad para dar forma a un futuro sustentable hecho de experiencias que nos demuestran la importancia de co-construir soluciones duraderas generadoras de paz, resiliencia y prosperidad”.
Este año, el Comité Noruego del Premio Nobel entregará el Premio Nobel de la Paz al Programa Mundial de Alimentación de las Naciones Unidas, 50 años después de haber honrado a Norman Borlaug con el prestigiado reconocimiento, “por sus esfuerzos para combatir el hambre, por sus contribuciones para mejorar las condiciones para la paz en áreas afectadas por conflictos y por actuar como una fuerza dirigente en los esfuerzos para evitar que el hambre se use como un arma de guerra y conflicto”.
“La decisión de la Fundación del Premio Nobel hace énfasis en la importancia de la seguridad alimentaria, de la Agricultura para la Paz y de la necesidad de sistemas alimentarios resilientes”, señaló la subsecretaria de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, Martha Delgado.
El evento hizo un llamado de construir agricultura para la paz con acción e impacto.